Juana Castro nació el 20 de febrero de 1945 en Villanueva de Córdoba, comarca de Los Pedroches. Vivió en su pueblo y en el campo, mientras leía cualquier cosa escrita que cayera en sus manos: prospectos, cartas, postales, testamentos… Lo mejor fue la biblioteca del colegio y las novelas por entregas. Y el cine. Estudió Magisterio y con 18 años ya ocupaba su puesto de maestra por oposición en un pequeño pueblo con estación de tren, Conquista. Luego se especializó en Educación Infantil. Se casó con 23 años y tuvo su primera hija con 24, María. Después vinieron José Miguel y Mari Cruz. Por entonces (1972) ya vivía con su marido, Pedro Tébar, en Córdoba, estudiando también Filosofía y Letras en la recién abierta Facultad.
Conoció a los poetas cordobeses del grupo Zubia y en su tertulia aprendió la disciplina de escribir. Asistió al Círculo Juan XXIII, en la calle Romero Barros y allí conoció a mujeres y hombres que hoy recuerda necesarios. Un día vio en el quiosco de las Tendillas una revista, Vindicación feminista, y así pudo ponerle nombre a algo que había sido, junto a su madre, percepción y sentimiento. Relacionarse con los poetas y pintores del Grupo Cántico fue tan sustancial como valioso. En 1978 publica su primer libro, Cóncava mujer, pero unos meses más tarde enferma su hijo José Miguel, que muere en la primavera de 1979. En 1980 nace Ángel, su cuarto hijo. Tiene un solo nieto, Yago, que es holandés-español.
Le gustan el encinar con peñascos de Los Pedroches que fue su paisaje de niña, entrar en una sala de cine como al útero materno, el chocolate, quedar con sus amigas, leer novelitas cortas y viajar en tren. No le gusta que la llamen “luchadora” porque no recuerda haberlo hecho nunca.
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